La cantante calva, de Eugène Ionesco - Abén Razín


Persuadido de la lectura de otra pieza de teatro de este autor -Rinoceronte-, me resultó atractiva la vuelta a su forma de entender la tragedia, la comedia y la escena teatral. En alguna medida, escondida dentro de mi memoria, algo debo al teatro del absurdo, al existencialismo y a los planteamientos filosóficos y antropológicos de estos autores. Muchas fueron mis lecturas en mi juventud, cuando planteándome cuestiones del todo trascendentales y trascendentes, acudía a las páginas de escritores como Jean Paul Sartre, Albert Camus, Samuel Beckett o el propio Eugène Ionesco sin saber muy bien qué buscaba aunque anhelando respuestas a conflictos internos y personales.

Vuelvo a encontrarme delante de unas cuartillas en blanco para escribir mis sensaciones y opiniones, ahora, sobre esta obra de Eugène Ionesco. Quizás sea algo absurdo, pero es un desafío atractivo. De este autor y sus obras, se podría subrayar su profunda intención de lanzar al ágora literaria el teatro del absurdo. Más allá de la mera ridiculización y crítica mordaz de situaciones banales y cotidianas, en las obras de Ionesco se dibujan de forma palpable la soledad del hombre, su incomunicación profunda y la insignificancia de la adoración de aquellos elementos estructurales de una sociedad en profunda decadencia. Desde este punto de vista, en el teatro del absurdo no funciona la lógica del racionalismo hegeliano en la que nos expone la máxima de que todo lo real debe ser racional o, al menos, tener visos. Más bien es todo lo contrario: lo real está teñido de ilógica y de irracionalidad, porque la sociedad decadente y burguesa es así -¡pobre Hegel!-. Y, sin embargo, tal vez se deba entender por real lo que pueda ser formalmente ilógico: en esta obra de Eugène Ionesco, como en otras suyas,caben estos binomios tan evidentes. Por hablar con un sentido contrario y de una manera diferente: lo real es aquello que aparece siempre tras el telón de lo ilógico e irracional, de lo absurdo y de lo que no tiene sentido aunque sea diáfano ante nuestros ojos.



Por lo tanto, cabe ponerse en el otro lado del espejo y en otro nivel en cuanto al pensamiento políticamente correcto. No en un mero plano de espectador, sino en el de un crítico de esta sociedad. Eugène Ionesco nos invita a este juego de abalorios, porque los diálogos que leemos son la apariencia y el signo de ese mensaje lacerante que utiliza el autor ante las realidades que intenta criticar. La sociedad burguesa, el sinsentido de la incomunicación humana en la pareja y la vivencia rutinaria y patética de sus personajes son motivaciones más que suficientes para que Eugène Ionesco trabaje sin descanso en aras de un desvelamiento de las cortinas que tapan el cuarto de atrás o la alfombra sucia del recibidor de esta sociedad contemporánea. 

 Es evidente, cuando uno lee las obras de este autor teatral, que las palabras son un swing para comprender mejor la letra y el mensaje de la canción que intenta cantar. En el teatro del absurdo, desde mi punto de vista, no debe buscarse una hermenéutica ad usumde las palabras y las escenas que se van leyendo y oyendo en la pieza teatral, sino, simplemente, unas herramientas que nos ayuden a percibir sin tapujos la inconsistencia de esta sociedad que nos lleva cada día más, y no sólo en la segunda mitad del siglo XX, a la incomunicación en un mundo tan globalizado en materia tecnológica.

Si analizamos la obra en sí, todos los elementos teatrales y filosóficos, hasta ahora explicados, tienen cabida en sus páginas e incluso la génesis de la pieza teatral y su dirección también tienen aspectos propios del teatro del absurdo. Pasemos a la historia, La cantante calva (La cantantrice chauve) se estrenó el 11 de mayo de 1950 en el Théâtre des Noctambules, un cabaret parisino, con puesta en escena Nicolas Bataille -que interpretó el papel del Sr. Martín en las primeras representaciones-. El guion fue publicado, por primera vez, el 4 de septiembre de 1952 por el Colegio Patafísica -un colegio que hace honor al absurdo y al surrealismo, a partes iguales, y del cual fue director, allá por los años 70 del pasado siglo, Fernando Arrabal-. Según cuentan las crónicas de la Villa de París, desde 1957, se ha representado de manera continuada en el Théâtre de la Huchette, convirtiéndose así en una de las obras más representadas en Francia.



Del anterior párrafo, cabe reseñar los siguientes elementos. El primero es que fue estrenada en un cabaret parisino más que en un teatro,como cabría esperar,aunque se puede entender una intención alternativa ya desde el mismo momento de la puesta en escena y, en segundo lugar, que su primera edición corrió a cargo del Colegio Patafísica de París. Conviene añadir, si se me permite este pequeño inciso, cierta referencia a este Colegio, porque, sin profundizar por la extensión de este artículo en sus características,me gustaría invitar a unabúsqueda en enciclopedias virtuales sobre la ideología y la pedagogía que se seguía en estainstitución y que forman parte, indudablemente, de esta escuela teatral y de esta manera tan interesante de analizar la vida y la sociedad. Parece ser que fue el mismo Eugène Ionesco el que creyó conveniente que la primera edición se realizara en este Colegio parisino; es evidente, pues, que no cabe hablar de casualidades y, más bien, de una declaración de intenciones.

Con la lectura de las primeras escenas, el lector y el futuro espectador entienden perfectamente a lo que se enfrenta y, más aún, que es lo que hay de fondo, es decir, hacia dónde nos quiere llevar Eugène Ionesco. Sin destapar mucho la antipieza, podemos entrever que las conversaciones absurdas son signo de realidades más profundas que viven esas y otras tantas parejas en la sociedad actual, ya sean burguesas o inglesas. Si no nos paramos en los aspectos formales de la obra, incluso cuando entra en escena el cuentista capitán de bomberos, podemos interpretar lo estúpido y banal de esas vidas que vemos en el sillón de una sala inglesa o nos lamentamos, quizás compasivamente, con eldiálogo surrealista de una pareja completamente incomunicada tras reconocerse en una conversación sin conexión lógica alguna.Paralelamente a estos hechos narrativos, podemos encontrar, en el teatro del absurdo, la existencia de ciertos personajes que aparecen o que no lo hacen de una forma explícita y que figuran dentro de la obra como testigos o testimonios de la realidad que circunda el argumento. Pueden parecer ilógicos, pero forma parte de este animalario propio de la sociedad en la que vivimos y que, por lo tanto, Eugène Ionesco debe incluir en estas obras de teatro.

Sin entrar en más profundidades sobre esta obra y su autor, creo que el surrealismo y el absurdo forman parte sustancialmente de nuestra psicología y que, definitivamente, no podemos sustraernos a estos elementos para entendernos mejor. No es una influencia sólo freudiana, pero algo de todo esto va configurando nuestra manera de ser. Quizás el poner cierta lógica y cierta ética en nuestra vida haga que vivamos más en la Realidad, en la existencia en la que nos jugamos los cuartos. Por su parte, Eugène Ionesco en esta obra nos hace reflexionar sobre nuestra existencia cotidiana y nos lanza, como una bofetada a nuestra vida cotidiana y rutinaria, aquellos elementos que, quizás, deberíamos desterrar.


FICHA TÉCNICA DE LA OBRA


Eugène Ionesco, La cantante calva, Madrid, Alianza Editorial, 1989. Traducción de Luis Echávarri. Colección: El libro de bolsillo., 926. Sección Literatura. Tiene 99 páginas. El ISBN es 978 84-206-1926-4.

4 comentarios:

  1. Mis felicitaciones Aben por el magnífico artículo sobre La cantante calva e Ionesco, como siempre un lujo.

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  2. Gracias por descubrirnos esta obra tan interesante, Aben. Genial artículo, con ese análisis tan profundo, como no podría ser de otra forma viniendo de ti. Que sepas que me has tentado a buscarlo, y yo no soy mucho de leer teatro...
    Un abrazo!. Eliena.

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  3. Gracias a los dos por estas alabanzas inmerecidas. Para mí, ha sido un placer el escribir estas cuartillas sobre esta pieza de teatro tan interesante. Parece que el teatro del absurdo no está de moda, pero sus planteamientos son muy actuales.

    Un saludo,

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  4. Buen artículo, no sabía nada de este autor.

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