Diario de un emigrante - Lía



Un autor al que regresar con la tranquilidad de saber que vas a disfrutar de su compañía es para mí Delibes. 

Cuando lees por primera vez a un escritor, puede pasar que no te guste pero decides darle otra oportunidad. Lees una segunda obra y puede que entonces salte la chispa aunque estás casi convencida de que no vaya a suceder pero ¿y si sí? Otros te enamoraron desde las primeras líneas que leíste de ellos, con esas primeras palabras que dibujan una sonrisa en tus labios, que despiertan tus sentidos y te preparan para disfrutar de ese encuentro que ya sabes, a los pocos minutos, que no será el último y te lleva a una búsqueda enfebrecida de cualquier obra suya. Esos autores que reservas para tus horas lectoras bajas, que te ayudan a reanimar tu amor por la lectura. Son tan pocos éstos y por ello tan preciados…




Delibes lo tengo guardado en un tercer grupo. Un escritor al que llegué sin esperar nada siendo muy joven, le vi al leer Cinco horas con Mario. Le vi pero no supe valorarlo en ese momento, llegó a mí demasiado pronto. Volvimos a encontrarnos hace tres años más o menos en una novela histórica: El hereje. Comentando sobre esta novela alguien del foro me dijo: ¿no has leído La hoja roja? No, no la había leído y desde ese momento, Delibes entró sin ruido, sin grandes hazañas, sin grandes sucesos ni guerras grandes en la lista de mis escritores imprescindibles. Quedamos otra vez para que me contara la vida de su mujer en Mujer de rojo sobre fondo gris, novela que me cautivó. Disfruté muchísimo con las Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso. Y el otro día, cuando menos lo esperaba, cuando lo tenía en el olvido sin haberlo olvidado, me sugiere una amiga que lea Diario de un emigrante. Preciosa novela, Ana solamente me dijo eso, aún sabiendo que se quedaba corta. Quería que yo la descubriese y, si me gustaba, escribiera algo.

Y aquí estoy, me declaro enamorada de Miguel Delibes y cautivada con su Diario de un emigrante.

Con Diario de un emigrante descubro las raíces de Delibes, su tierra, su gente, la alegría y el dolor de un pueblo. Una historia tremenda y, a la vez, nada tremendista enmarcada en la segunda mitad del siglo XX en España, periodo de gran pobreza que llevó a muchos a emigrar en busca de una mejora económica. Muchos reencontrareis en esta obra a Lorenzo, yo no le conocía hasta hace unos días, pero prometo seguir sus andanzas anteriores en Diario de un cazador y las posteriores con Diario de un jubilado.

El tema de la novela es la emigración, el deseo de mejorar tropieza con la experiencia desengañadora de la realidad.

Delibes nos cuenta como se fraguó esta novela:
Cuando yo volé a Chile en marzo de 1955, Vázquez Zamora me llevó al aeropuerto el primer ejemplar de Diario de un cazador, lo que quiere decir que la primera lectura de mi libro coincidió con mi viaje a Sudamérica. Dado el contagio antedicho [se refería a lo contagioso de las expresiones populares] y los profundos relejes que la concepción y gestación del diario de Lorenzo habían dejado en mi cerebro, no tiene nada de particular que yo me enfrentase a la realidad americana desde una mentalidad pareja a la de Lorenzo y, en consecuencia, mis ojos romos y vírgenes, reaccionasen ante las nuevas formas de vida que aquel continente me brindaba lo mismo que hubieran reaccionado los del sencillo protagonista de mi libro. [...] Yo miraba las cosas con ojos de Lorenzo y mis cacerías en Melipilla, ante la tórtola andina o la perdiz cordillerana, me invitaban a sentar un juicio, pero, antes que mi propio juicio, yo sentaba el de Lorenzo que, en definitiva, era yo, pero un «yo» rebajado. Así se fraguó, impensadamente, el Diario de un emigrante.

Los primeros capítulos nos sumergen en los preparativos, asistimos a las despedidas. Cuesta, cuesta mucho ese adiós a tantas cosas y por tanto tiempo. El pitido del tren a Galicia que le encuentra estas últimas noches aún despierto y dando vueltas en la cama, será una de las primeras cosas que echará de menos en ese mundo flotante que le va alejando de todo lo querido y conocido. Y sin embargo, él se empeña y cree escucharlo cuando cada noche y a la misma hora se encuentra dando vueltas en una cama extraña
A través de la mirada de Lorenzo descubrimos un mundo nuevo, un mundo en el que “tampoco se atan los perros con longanizas” y “en ningún lado pagan por dormir”. Son muchos más los que fracasan que los afortunados.

Ya en Chile se encuentra con la realidad, con el tío de su mujer que trabaja todo el día, que no sabe divertirse y no entiende que los demás disfruten charlando con los amigos, bailando, en el cine o cazando. Lorenzo es feliz, es una persona que se aclimata con facilidad. Vemos como va añadiendo a su vocabulario palabras y expresiones chilenas de las que al principio se reía y que va adoptado sin darse cuenta. Sí, hay trabajo, pero no con mejores salarios. Primero no quieres verlo, luego cuesta aceptarlo y por último es duro reconocerlo ante los demás.

A lo largo del diario Lorenzo se justifica, se defiende:

«Uno quiere de todo, más cuartos y más perdices y más liebres y luego resulta que no es la plata ni las perdices ni las liebres lo que interesan, sino esto, o sea, el corazón y el afecto verdad»

«Uno no será un señorito de cuna, qué coño, pero también tiene su dignidad»

«Allá no es que yo fuese un duque, ya lo sabemos, pero uno era alguien»

Me gusta que Delibes recoja en sus novelas esos vocablos, esas expresiones de los pueblos españoles, muchos de ellos ya perdidos. Confieso que tuve que buscar el significado de muchos de ellos: chavea, tolondro, “no te muela”, atocinarse, dar lacha.

Delibes se llevó a Lorenzo, éste marchó con su mujer, o la chavala, como él dice, cuatro recuerdos y muchas esperanzas. Yo mientras leía la novela, sentía que muchas cosas no pueden meterse en una maleta, ni los muertos, ni los vivos caben en la de Lorenzo y los recuerdos… los recuerdos terminan por perder fuerza, se pierden con la distancia. Ni los dichos, ni las expresiones del pueblo campesino español, magistralmente utilizadas por Delibes, podrían emigrarse a otro idioma.



8 comentarios:

  1. Gracias Lía por este comentario a esta novela. Curiosamente, has llegado a la trilogía de Lorenzo desde la segunda parte. ¡Una opción como cualquier otra!. Ahora bien, no te pierdas el resto.

    Gracias por recordarnos a uno de los más grandes y enhorabuena por tu artículo.

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  2. Excelente comentario, aunque creo que este artículo me hace sentir cosas contradictorias:

    Ahora no sé si me apetece más ponerme a leer a Delibes, emigrar a Chile siguiendo sus pasos (aunque sean duro) o quedarme en Castilla a disfrutar de la tierra.

    :P

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  3. Enhorabuena Lía por tu estreno. ¡Qué bien has captado los sentimientos de la novela de Delibes! Por cierto, un inmerecido no Premio Nobel.

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  4. Está claro que esto de escribir no es lo mío.
    Sí Aben, sin duda leeré los otros dos libros, y lo haré cuando necesite que un libro me saque de esa desgana lectora que me llega raramente y que tanta rabia me da

    Pseudo, tienes que leer el libro. Seguirás sin saber si marchar a Chile o quedarte en Castilla, pero con la tranquilidad de sentir que todo puede superarse, que se encuentra gente buena en cualquier rincón del mundo y que todo vale la pena vivirlo, que las raices se quedan, que alimentan y dan tironcitos de vez en cuando para recordarte que sigue ahí y que estará siempre.
    Vamos que te puedes ir a Chile tranquilamente que Castilla seguirá donde siempre

    Gracias por tu comentario,Sabino.

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  5. Pues me ha encantado tu comentario. Curiosamente yo no he descubierto aún a Delibes a estas alturas, siempre lo he conocido de oídas, de las grandes interpretaciones de Lola Herrera en la adaptación de Cinco horas con Mario, y creo que con este comentario ha llegado el momento. Así que gracias Lía.

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  6. Me ha gustado mucho tu artículo Lía has conseguido que de nuevo tenga ganas de leer alguna obra de este maestro de nuestra literatura. Ahora la duda es cuál, ésta que comentas (que no tenía ni idea de su existencia) o "El Camino".
    Felicidades por despertarme el interés!!

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  7. ¡Qué encantadora sorpresa!, y qué buena reseña la tuya, Lía. Pienso como tú, que Delibes no defrauda jamás. Es maravilloso que gracias a ti podamos tenerlo en este número. Enhorabuena.

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  8. Con lo tímida que soy yo para estas cosas y con lo mal que escribo, pues me siento feliz de ver que al menos os ha entrado ganas de volver a disfrutar con Delibes
    Arden, ya me contarás y no tardes!!!!!
    Antonio El Camino no lo leí, imagino que estará tan bien como éste o más. Delibes da mucha fuerza a sus personajes, los hace muy cercanos y reales en todas sus novelas.
    Sue, eres un sol, gracias ( no hay emoticonos de besos jaja )

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