Yo fui guía en el infierno. Fernando Arias - Julia Duce Gimeno




Editorial Valdemar
Colección: Gran Diógenes / GD-005
año: 2005
ISBN: 84-7702-506-1
págs: 240
En 1792, una sanguinaria bestia hace estragos en la Hoya de Castalla, donde cunden rumores sobre una extraña epidemia. El botánico A.J. Cavanilles recorre la región en busca de un antídoto contra la hidrofobia mientras elabora un catálogo de plantas por encargo de Carlos IV. Para poder adentrarse por zonas escarpadas llenas de peligrosos precipicios toma como guía a un avispado muchacho del lugar, el pícaro Ángel Taras, que servirá como contrapunto del ilustrado. Iniciada la expedición, pronto serán testigos de siniestros acontecimientos: un cadáver incorrupto al ser desenterrado sangra por la nariz y los oídos, es hallado un difunto sin una gota de sangre, un animal aterrador acecha por los alrededores... Ya avanzado el viaje y conseguido el posible antídoto, cobra cuerpo la amenaza de unas fuerzas vampíricas sin freno que asolan la región valiéndose de una belleza y sensualidad arrebatadoras –así como de una descarnada brutalidad–, y convierten la vida de los dos viajeros en un verdadero infierno. El desenlace, decididamente sorpresivo, tiene una doble lectura a la luz de los conocimientos científicos sobre la rabia, los murciélagos y el vampirismo.

Bucear en los fondos publicados por nuestras editoriales favoritas, tienen de vez en cuando sorpresas maravillosas. Eso es Yo fui guía en el infierno de Fernando Arias. Me cuesta mucho entender como una novela tan buena ha pasado tan desapercibida, porque lo tienen todo. Fue, además, Premio de Narrativa Vicente Blasco Ibáñez Ciudat de València 2004 por unanimidad del jurado.

La aventura iniciática del joven Ángel con el ilustrado naturalista Antonio Josef Cabanillas,  es una historia gótica de corte clásico. Lo más llamativo del tratamiento que hace de los temas pertenecientes a la tradición gótica  sugeridos, es el contraste entre la interpretación de los hechos de los dos protagonistas.  Forman una suerte de nuevos Don Quijote y Sancho, cabalgando por los montes de Valencia, para confeccionar un catálogo de plantas  y prestos a oír  las supersticiones locales. El contraste entre la racionalidad del ilustrado y  lo que el  fantasioso jovenzuelo cree ver,  es lo que marca el tono de todo el relato. Los hechos extraños que se suceden,  transmiten la doble  percepción  de estar ante un testimonio real o una pesadilla, una mayor  que englobe a  todas las que van salpicando los episodios más costumbristas del camino.  A lo largo del recorrido  y amenazados por mil peligros, que tal vez solo sean malos sueños provocados por  alucinaciones terroríficas, son  acosados por las inclemencias del tiempo, bestias salvajes y por encuentros con personajes extraños, tal vez mas temibles en la realidad  que en la imaginación del adolescente guía, de  aspecto embrutecido o malévolo.  El viaje  se convierte  con cada nueva situación en un descenso a los infiernos.

Se entremezclan mitos varios,   de esos que pertenecen al acervo  más obvio de los aficionados al género, consiguiendo el autor darles una gracia renovada: licantropía, supersticiones sobre el uso de la sangre para sanar la tuberculosis, vampirismo, transformaciones de supuestas brujas vampiras en animales de historial demoníaco como lobos, serpientes, murciélagos. Asistimos a  aquelarres en lugares desolados, con el telón de fondo de una epidemia de rabia y una combinación de hierbas a las que la sabiduría popular atribuye propiedades curativas.


Las alusiones a Drácula están muy presentes: hay campesinos misteriosos que son de origen rumano de familiares connotaciones fantasiosamente terrorifícas, la sensualidad voraz de las dos exóticas mujeres,  envejecimientos prematuros  y el final muy paralelo a uno de los escenarios que pertenecen  a la novela de Stocker en un clarísimo homenaje, 

La historia  va introduciendo situaciones perturbadoras: el muerto incorrupto y la mujer que fue el primer  amor de Ángel  envejecida  prematuramente, pero con una explicación  racional dejada como por descuido.   Es solo el punto de partida, para toda una sucesión de aventuras intranscendentes  si las contemplamos por separado,  pero inquietantes en la imaginación del lector a través de las asociaciones evocadas. 

Adopta la narración a veces un tono costumbrista, a veces se desliza con hacia el terror más clásico pero tratado con esmero y elegancia. Introduce alguna pincelada humorística en los contrastes que en medio de una situación de terror resulta realmente cómica. Es un tipo de terror irónico e inteligente,  con una fuerte dosis de humor ligero en las descripciones y en los planteamientos a veces escatológicos de las escenas  que enraizan con la novela picaresca. 

Es,  en su conjunto, una magnifica novela, con una renovación de los elementos tópicos muy original y sutilmente irónicos. Se cierra con un final ambiguo que sume en el territorio de la duda al lector: ¿será el chico soñador un desquiciado o el bueno de don Josef quiere ocultar una realidad demasiado oscura para poder ser aceptada en su mundo de científicos ilustrados?. 

3 comentarios:

  1. Buenísimo el artículo, te quedás enganchado con la historia... aún sin haber lído la novela... voy a ver si lo consigo por aquí

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  2. Me alegro mucho que te haya gustado, Alicia, el libro me pareció una delicia y una pena que no sea mas conocido.

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