Nosotros. Yevgueny Zamyatin: Libertad o felicidad - Lasinpar


Yevgueni Ivánovich Zamyatin (1884-1937) nace en Lebedián y muere en París, donde se encontraba desde el año 1929 exiliado. Ya en sus primeros escritos fue percibido por sus coetáneos como un nuevo Gógol y hoy en día es uno de los principales nombres de la Edad de Plata de la literatura rusa. De sus primeras obras destaca un tono irónico y un anticonvencionalismo muy marcado, y es en su obra más conocida, Nosotros, donde se intensifica ese rechazo a lo establecido. Esta obra se escribe en 1921 aunque no es hasta el año 1988 cuando se publica en su país de origen.

Muchos estudiosos enmarcan esta novela dentro del subgénero utópico, y aunque es claramente una de las primeras novelas distópicas que se escriben, si consideramos que toda utopía lleva en sí el germen de una distopía (ya que todos estos mundos acaban por decepcionar a quien los crea y hace que se pierda la fe en los modelos –a priori perfectos- en los que se basan) no parece tan errado aplicarles ese término. La trayectoria ideológica de Zamyatin es paralela a este proceso que acabo de mencionar, artista partidario del movimiento revolucionario pasa a sentir un profundo rechazo hacia ese sistema que antes defendía, previendo que lo que le parecía funcional y perfecto desde el punto de vista lógico y racional, en la práctica vendría a conformar un sistema totalitario que aniquilaría las voluntades y las libertades de los individuos.

Así nace el mundo de Nosotros, una sociedad ubicada en un tiempo futuro donde se ha establecido un sistema totalitario representado por un líder que mantiene un férreo control sobre todo lo que está dentro de sus fronteras. Los hombres que forman parte de esa sociedad están despojados de su individualidad y son considerados como una única unidad colectiva. La consecuencia de esto es la desaparición de los valores éticos y morales que imperan en nuestra sociedad actual, la vida o muerte de un solo individuo carece de importancia en cuanto que no perjudica ni influye en esa macroestructura, si un individuo desaparece otro pasa a sustituirle con tal de que no se resienta el continuo movimiento de esa organización. Se pierden, a su vez, los valores familiares y los personajes que aparecen en la historia nunca mencionan a padres o madres, no establecen ningún vínculo afectivo y las únicas relaciones que tienen entre ellos son únicamente sexuales. En definitiva, una vez que observamos los engranajes de este sistema totalitario nos damos cuenta de que está configurado para ser una herramienta en sí, una máquina poderosa que persigue cumplir los objetivos que el Estado Único -llamado así en la novela- establezca y cuyas partes componentes son los propios individuos. Es la megamáquina a la que se refiere Lewis Mumford, el mayor peligro de la fase neotécnica y consecuencia del superdesarrollo de la tecnología que empieza a despuntar ya a finales del siglo XIX. A principios del siglo XX existían ciertas corrientes ideológicas como el Positivismo, el Materialismo Histórico, el Futurismo y el Constructivismo que sólo valoraban el conocimiento científico, el desarrollo óptimo de la producción, las máquinas y la tecnología. Este cúmulo de circunstancias hace que se pongan todas las esperanzas en el progreso científico, pero con el tiempo muchos empiezan a desencantarse y a considerarlo con un pesimismo supersticioso. Entre estos últimos se encuentra nuestro autor, y por ello no es de extrañar que Zamyatin construya una megamáquina como base para su Estado Único como forma de denuncia del predominio de lo técnico sobre lo humano. Los componentes de esta megamáquina funcionan como un todo rígidamente integrado, donde los individuos sólo importan porque gracias a su actividad en sinergia se puede mantener en movimiento a los engranajes de la máquina.

La megamáquina es la máquina perfecta pues posee la mayor capacidad de cambio y adaptación de entre todas. El secreto para crear y mantener este mecanismo es lograr que todos los individuos que lo componen tengan una misma mentalidad y un solo propósito, y eso sólo se puede conseguir convenciéndolos de que lo más importante para ellos es el bien del Estado Único. Esa idea de individuo como parte componente de una máquina lleva a una minuciosa subdivisión del trabajo, donde cada uno se ocupa de realizar una actividad dentro de un proceso mucho más complejo, es un correlato de la producción en cadena: una forma de organización de la producción que delega a cada trabajador una función específica. Su idea teórica nace con el Taylorismo, cuyo fin era aumentar la productividad aunque para ello se requiriese una gran cantidad de hombres para la fabricación de cualquier objeto por pequeño o simple que fuera. Llegados a esta parte de la novela, es imposible que el lector no recuerde el movimiento continuo de los trabajadores que viven en el mundo subterráneo de Metrópolis (Fritz Lang, 1927).

Esa megamáquina sólo puede ser dirigida por un dios, o en este caso por el Bienhechor, el líder de atributos casi divinos en Nosotros, vigilando que cada pieza del mecanismo funcione perfectamente y de la manera más eficiente. Esta megamáquina no se sostendría si los individuos que la conformaran no tuvieran una fe ciega en el sistema y en su líder. El Estado lo sabe y todos sus esfuerzos van encaminados al condicionamiento de los ciudadanos mediante la educación desde la infancia, la continua propaganda y la manipulación constante para evitar que aparezca algún hereje o traidor. Se trata de vender la idea de que todos los individuos sean enteramente felices pero, para ello, deben estar convencidos de que esa felicidad no es gratuita, se debe pagar un precio por ella y éste es la falta de libertad. Una vez que todos los hombres están convencidos de ello ya no supone ningún problema porque se someten voluntariamente al sistema, es una renuncia voluntaria a la libertad. En este mundo distópico lo que más teme el Estado, por ser lo único que puede desestabilizar el sistema, es la proliferación de traidores y herejes, de ahí que se les juzgue y torture sin el menor miramiento aprovechando estas acciones para sembrar el miedo entre los demás y prevenir futuras traiciones. En el libro el procedimiento más drástico utilizado para castigar a los herejes se trata de una lobotomización de la parte del cerebro responsable de la imaginación, con lo que se erradica cualquier futura insubordinación.

Otra característica de este sistema totalitario que nos presenta este escritor ruso –y que es reflejo directo del futuro sistema nacionalsocialista y estalinista- es el matiz religioso. En definitiva es una religión política, entendida ésta como una política que se apropia de elementos religiosos para formar una nueva estructura social. No tiene una creencia espiritual propiamente dicha sino que utiliza estructuras y simbolismos religiosos para propósitos políticos. Alguna de las características principales son el culto a un líder infalible e incuestionable (al igual que el culto que se profesó poco tiempo después a Stalin, que llegó a estar omnipresente por medio de retratos y carteles propagandísticos tanto en las calles y edificios públicos como en las casas particulares); la convicción de que el Estado posee la verdad absoluta; la diferenciación entre un nosotros y un ellos -traidores, herejes- claramente delimitados; la promesa de la salvación del mundo -entendida como el paraíso en la tierra, la forma de gobierno y de vida perfectas- siempre que se acaten las órdenes; y el énfasis en los rituales y en las fiestas -reuniones con el Bienhechor, celebración de fiestas conmemorativas para mayor ensalzamiento del régimen-. Se trata, al fin y al cabo, de agrupar a todos los individuos en torno a una ideología por medio de la politización de elementos religiosos.

Zamyatin hiperboliza la sociedad de su momento y la convierte en este mundo distópico donde todo está caricaturizado con el fin de servir de aviso al futuro que vendrá si se sigue por el camino que está tomando la Unión soviética en ese momento. El patrón común es el del modelado o condicionamiento del individuo por parte de las instituciones, condicionamiento que secunda, aunque no causa, el avance científico y tecnológico.

Acerquémonos de nuevo al texto para fijarnos primero en la parte formal. La importancia del narrador no se discute pero en los textos de ciencia ficción es, si cabe, aún más importante porque determinará el acercamiento del lector a la historia y la capacidad de creerse lo que se le cuenta. Zamyatin escoge la primera persona del singular para arrastrar al lector a un mundo de inseguridad, de inquietud, de fenómenos improbables o imposibles, para ello debe presentar su historia de la manera más convincente que pueda, y lo hace utilizando un narrador homodiegético que a su vez permite acrecentar el misterio en el lector ya que la información que le llega es muy limitada. Nuestro autor logra esto mediante el uso de un narrador-protagonista que al estar dentro de la historia no conoce todos los hechos, sólo los que percibe del exterior, y también alcanza la sensación de credibilidad por medio de la repetición, ya que en el texto encontramos con frecuencia al narrador asegurando que lo que escribe en su diario -es decir, el texto que nos ha llegado -es objetivo y veraz.

Como ya hemos dicho, el mundo de Nosotros está concebido desde lo racional, en la teoría perfecto pero en la práctica deshumanizado y rígido. El mejor ejemplo es que los personajes no tienen nombre, a cada uno se le asigna una cifra acompañado de una consonante si es hombre (D-503) y de una vocal si es mujer (0-90 o I-330).

Zamyatin toma aspectos de la sociedad moderna industrializada y los radicaliza para demostrar que la ciencia y la tecnología nunca deben instrumentalizar al hombre sino que deben ser herramientas para su felicidad. En el texto, como muestra de la importancia del progreso y de la tecnología, se muestra ya en el primer párrafo al avión-cohete Integral, objetivo primordial para D-503 y para el mundo de Nosotros, pues les permitirá llevar su estilo de vida a otras sociedades no tan perfectas de otros mundos. Desde este momento el narrador, que forma parte de un Nosotros, se dirige a un Vosotros (que es una sociedad que no ha evolucionado tanto como ellos y a la que le habla como un ser perfecto que ha alcanzado un estadio superior evolutivo, reflejo también del sentimiento comunista de haber superado las creencias religiosas y suponer que su sociedad se encuentra en un nivel de consciencia y racionalidad superior: el materialismo), y más adelante en el texto aparece otra contraposición, un Ellos que se refiere a una minoría que se ha sublevado al sistema, que intenta entorpecer los planes de conquistar otros planetas e implantar en ellos la ideología del Estado, “la dicha matemáticamente perfecta”, la elección de la felicidad por sobre la libertad del individuo. Este grupo de rebeldes vive al otro lado del Muro Verde que forma la frontera de la ciudad. Ese muro verde es transparente como el resto de las construcciones de la ciudad pero adquiere esa tonalidad porque al otro lado se encuentra la naturaleza en estado salvaje, mantenida apartada por ser símbolo de lo primitivo, por ser símbolo de lo que el hombre no puede controlar. Acto seguido en el texto se nombra a la figura del Bienhechor, líder de características mesiánicas, todopoderoso, vengativo e inflexible pero que al tiempo es una figura paternal que guía al pueblo.

Cuando el lector ha leído unas pocas líneas de la novela ya tiene claro lo más importante para ese Nosotros y cuáles son los peligros más acuciantes de ese mundo.

No quiero dejar de resaltar a los personajes femeninos de Nosotros y que aparecen algo diferenciados entre esa masa que forman los ciudadanos. Hay dos que son interesantísimos y contrapuestos entre sí. O-90 es descrita desde el principio como una mujer algo pasiva, sumisa, con características físicas que recuerdan a la donna angelicata y representa la estabilidad del protagonista. La otra mujer, I-330, a la que se relaciona también con la letra X -la incógnita-, despierta en el protagonista una inquietud, un desasosiego que no puede calmar; ella es la que logra que D-503 se enamore, es una mujer a la que sólo se le puede amar de lejos, que juega continuamente alejándose y acercándose al enamorado, tiene un dominio total sobre el hombre gracias al poder sexual que ejerce sobre él y gracias a ello le puede manipular. Es el prototipo de femme fatale y arrastrará al hombre a su propia destrucción. Estas dos mujeres influyen de manera muy diferente en D-503 pero al avanzar la novela tendrán un punto en común: las dos se sublevan, buscan y logran tener contacto con la naturaleza y abandonan su mundo y sus reglas para tener la vida que desean .

En la primera parte del texto, las palabras que escribe el protagonista pueden ponerse en boca de cualquier otro individuo porque plasma ese pensamiento colectivo. Después, D-503 va sufriendo una lenta metamorfosis, cambio éste que se refleja en su diario. El hecho de fijar sus pensamientos en papel le vale al protagonista para reforzar su cambio de conducta, este despertar -del individuo dormido, sin conciencia crítica- desencadenado por la literatura es denominador común en las narraciones distópicas del siglo XX. D-503 empieza a poner en duda la perfección de ese sistema social y político a partir de conocer a una mujer y enamorarse de ella, el hecho en sí ya marca un antes y un después en él, es un hecho de rebeldía puesto que el Estado intenta evitar que los individuos se dejen llevar por sus pulsiones. Nuestro protagonista va tomando conciencia de sí mismo desde este momento por medio del mayor acto de individualización que existe: enamorarse.

Como conclusión me gustaría señalar que una distopía sirve para que el lector se plantee que la realidad podría ser de otro modo o que la misma podría desembocar en algo catastrófico si se sigue por el mismo camino y no se cambia el sistema. La ciencia-ficción no es más que un mecanismo retórico que nos permite llegar a estos planteamientos, por eso me parece my acertada la forma escogida por Zamyatin para su relato y muy del gusto del lector contemporáneo. Es una literatura de anticipación política y social, un mundo imaginario que pone en cuestión la cultura del momento y sus certidumbres.


Bibliografía

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ZAMYATIN, Yevgueni . Nosotros. Barcelona: Tusquets, 1991. 208 p.

2 comentarios:

  1. Desconocía el palabrejo Distopía, que curiosamente no esta registrado por la Real academia.Me da que nos encaminamos sigilosamente a ese mundo mas propio de las novelas cifi que el nuestro.Voy a buscar más informaciòn del ruso éste, que me has tocado la fibra.Que placer.
    ...Fabiàn...

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